Un molesto ruido de reloj, ese tic tac sin final se hacía visible en los sueños del hombre. Con lentitud el fue abriendo su boca y de ella salían palabras sin sentido. Se encontraba en su casa, de cuando era chico. Un aroma delicioso le obligó a darse vuelta y observar, una mujer sirvió dos platos de sopa, con un poco de pan, una comida algo simple, pero deliciosa, agua a la boca se le hacía al ver ese platillo.El reloj, que hace rato se detuvo, volvió a sonar. La madre se acercó a su hijo y le pregunto, rápidamente soltó la cuchara. La madre volvió a preguntarle y él solo la miro con miedo, no supo cómo responder. En vez de sonar ese Tic Tac infinito, se comenzó a escuchar una campana.
El sueño cambió, el protagonista del confuso sueño corría por un campo de trigo. A todo vapor lo seguía un tren volador – tren …. El primer …. La primera … pieza… va a .. – comenzaba a mascullar mientras un ruido de lapicera comenzaba a sonar, en una libreta anotaba el escriba. Un escamoso animal volador lo vigilaba desde lo alto, un dragón. No tardó mucho en comenzar a hablar o mascullar, o hasta gritar, lo cual preocupaba al escriba que ahí se encontraba allí en ese momento. De un dragón paso a un tsunami de palabras, literalmente, El Profundo comenzó a tirar muchas más palabras sin sentido, y el escritor no supo qué escribir ya que todas las palabras no conectaba ni con las anteriores y ni con las nuevas frases. Como si de la nada lo hubieran sedado, se relajó.
Morodian comenzaba a mascullar frases con sentido – e-el .. el rompecabezas … Zyl … – murmuró – Iban … rompecabezas … tren a … Zyl… – le ruido de la lapicera escribiendo en la hoja hizo que Morodian cambiará de sueño repentinamente.
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